El estudio de los restos reliquia reveló la extraña vida del antiguo árbol. En aquella época, la evolución aún no le había dotado de la fuerza suficiente para resistir la gravedad sin el apoyo del agua. El tronco del árbol era hueco y las ramas crecían tanto que se rompían constantemente por su propio peso. El proceso de reproducción de la planta consistía literalmente en que las ramas del árbol se alargaban hasta desgarrar el tejido conjuntivo. De las partes que caían al suelo crecían nuevos árboles.
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No existía nada parecido en el planeta desde hacía mucho tiempo. El bosque de Calamophyton era tan joven y estaba tan mal adaptado a la vida terrestre que se destruía constantemente. Pero la fuerza de la vida obligó a todas sus partes a crecer constantemente, lo que dio lugar a una biomasa en rápido aumento. Tras muchos miles de años, esto dio lugar a la creación de una capa de restos vegetales en descomposición, que en el futuro se convertiría en suelo fértil.